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Además se le unieron todos los afligidos, todos los que estaban endeudados y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y llegó a ser su jefe. Había con él como cuatrocientos hombres.

De allí se fue David a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab:

«Te ruego que mi padre y mi madre se queden con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.»

Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte.

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